“EL ORIGEN DE NUESTRA SEMANA SANTA”
Todos y cada uno de nosotros entendemos de una forma u otra,
el vivir y sentir de la Semana Santa, bajo un punto de vista tanto devocional
como personal.
Pero, dejando atrás todo sentimiento y fervor, hemos de
centrarnos en el verdadero significado y sentido de la Semana Santa: fiesta de
religiosidad popular sevillana. La fiesta, la alegría, la fe y la penitencia.
Un cúmulo de factores que hace que todo lo que embriaga Sevilla en nuestra
Semana Grande sea digno de recuerdo por los siglos venideros, al igual que
desearan los primeros cofrades que tuvieron el honor verdadero de inaugurar
esta pasión.
Y haciendo honor al nombre de este apartado, comienzo a
referirme al papel histórico de la Semana Santa en la ciudad. ¿Cuál es su
origen, el germen que poco a poco ha ido evolucionando hasta convertirse en esa
semana que tanto ansiamos y esperamos durante todo el año?
La respuesta la tenemos en nuestra propia historia. Hay
constancia en la Edad Media de las primeras cofradías, pero no es hasta el
siglo XVI cuando verdaderamente se consolidan las primeras hermandades que
veneran la Pasión y Muerte de Jesucristo, y que rinden culto con salidas
procesionales.
A sus comienzos, las hermandades hacían estación de
penitencia a conventos o iglesias cercanas a su lugar de residencia y culto.
Así pues, no es hasta el año 1604, en el Sínodo, cuando el Cardenal Niño de
Guevara establece una serie de normas en las cuales ordenaba a todas las
hermandades a realizar estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral,
salvo las de Triana, que lo harían a la parroquia de Santa Ana.
Por otra parte, hay que tener en cuenta el Vía Crucis a la Cruz del Campo, considerado el comienzo de nuestra Semana Santa, lo instituye en 1521 don Fabrique Enriquez de Ribera, primer marqués de Tarifa, a su regreso de un viaje por Tierra Santa. Según una antigua tradición, el vía crucis de las "doce estaciones" era el que había seguido a diario la Virgen para recordar el tormento de su hijo. La procesión salía del palacio los siete viernes que componen la cuaresma, rezando los integrantes de la procesión-penitentes y flagelantes con capuchas o nazarenos- tantos credos o padrenuestros como pasos dio Cristo en su pasión. La primera estación se situó en palacio, que desde entonces sería conocido popularmente como "Casa de Pilatos", dado que fue el pretorio romano de Jerusalén donde comenzó el camino de Jesús hacia el Gólgota; finalizaba en la Cruz del Campo, en el cual existía además una ermita dedicada a la Virgen de la Soledad, que estaba a cargo de los negros de Sevilla, muy numerosos en este siglo. Diego de Merlo había construido el humilladero en 1482; la cruz actual del templete fue realizada por Juan Baustista Vázquez «el Viejo» en 1571.
Por otra parte, hay que tener en cuenta el Vía Crucis a la Cruz del Campo, considerado el comienzo de nuestra Semana Santa, lo instituye en 1521 don Fabrique Enriquez de Ribera, primer marqués de Tarifa, a su regreso de un viaje por Tierra Santa. Según una antigua tradición, el vía crucis de las "doce estaciones" era el que había seguido a diario la Virgen para recordar el tormento de su hijo. La procesión salía del palacio los siete viernes que componen la cuaresma, rezando los integrantes de la procesión-penitentes y flagelantes con capuchas o nazarenos- tantos credos o padrenuestros como pasos dio Cristo en su pasión. La primera estación se situó en palacio, que desde entonces sería conocido popularmente como "Casa de Pilatos", dado que fue el pretorio romano de Jerusalén donde comenzó el camino de Jesús hacia el Gólgota; finalizaba en la Cruz del Campo, en el cual existía además una ermita dedicada a la Virgen de la Soledad, que estaba a cargo de los negros de Sevilla, muy numerosos en este siglo. Diego de Merlo había construido el humilladero en 1482; la cruz actual del templete fue realizada por Juan Baustista Vázquez «el Viejo» en 1571.
Y, aunque no lo podamos evitar, la Semana Santa seguirá
evolucionando, como la mayoría de nuestras costumbres y tradiciones, pero
tengamos fe, esa fe que tanto profesamos, en que nunca se pierda la verdadera
esencia de nuestra Semana Mayor, y sigamos aprendiendo de ella.
Manuel Lamprea Ramírez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario