jueves, 11 de septiembre de 2014

El origen de nuestra Semana, por Manuel Lamprea.

“EL ORIGEN DE NUESTRA SEMANA SANTA”

Todos y cada uno de nosotros entendemos de una forma u otra, el vivir y sentir de la Semana Santa, bajo un punto de vista tanto devocional como personal.

Pero, dejando atrás todo sentimiento y fervor, hemos de centrarnos en el verdadero significado y sentido de la Semana Santa: fiesta de religiosidad popular sevillana. La fiesta, la alegría, la fe y la penitencia. Un cúmulo de factores que hace que todo lo que embriaga Sevilla en nuestra Semana Grande sea digno de recuerdo por los siglos venideros, al igual que desearan los primeros cofrades que tuvieron el honor verdadero de inaugurar esta pasión.

Y haciendo honor al nombre de este apartado, comienzo a referirme al papel histórico de la Semana Santa en la ciudad. ¿Cuál es su origen, el germen que poco a poco ha ido evolucionando hasta convertirse en esa semana que tanto ansiamos y esperamos durante todo el año?

La respuesta la tenemos en nuestra propia historia. Hay constancia en la Edad Media de las primeras cofradías, pero no es hasta el siglo XVI cuando verdaderamente se consolidan las primeras hermandades que veneran la Pasión y Muerte de Jesucristo, y que rinden culto con salidas procesionales.

A sus comienzos, las hermandades hacían estación de penitencia a conventos o iglesias cercanas a su lugar de residencia y culto. Así pues, no es hasta el año 1604, en el Sínodo, cuando el Cardenal Niño de Guevara establece una serie de normas en las cuales ordenaba a todas las hermandades a realizar estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral, salvo las de Triana, que lo harían a la parroquia de Santa Ana.

Por otra parte, hay que tener en cuenta el Vía Crucis a la Cruz del Campo, considerado el comienzo de nuestra Semana Santa, lo instituye en 1521 don Fabrique Enriquez de Ribera, primer marqués de Tarifa, a su regreso de un viaje por Tierra Santa. Según una antigua tradición, el vía crucis de las "doce estaciones" era el que había seguido a diario la Virgen para recordar el tormento de su hijo. La procesión salía del palacio los siete viernes que componen la cuaresma, rezando los integrantes de la procesión-penitentes y flagelantes con capuchas o nazarenos- tantos credos o padrenuestros como pasos dio Cristo en su pasión. La primera estación se situó en palacio, que desde entonces sería conocido popularmente como "Casa de Pilatos", dado que fue el pretorio romano de Jerusalén donde comenzó el camino de Jesús hacia el Gólgota; finalizaba en la Cruz del Campo, en el cual existía además una ermita dedicada a la Virgen de la Soledad, que estaba a cargo de los negros de Sevilla, muy numerosos en este siglo. Diego de Merlo había construido el humilladero en 1482; la cruz actual del templete fue realizada por Juan Baustista Vázquez «el Viejo» en 1571.

Así pues, podemos, de alguna manera, resumir los comienzos y principios de la Semana Santa tal y como la conocemos hoy día, y es una verdadera fortuna que todavía conservemos retazos de aquellas semanas santas y hermandades que sirvieron como mentoras a lo que actualmente tenemos la dicha de vivir.

Y, aunque no lo podamos evitar, la Semana Santa seguirá evolucionando, como la mayoría de nuestras costumbres y tradiciones, pero tengamos fe, esa fe que tanto profesamos, en que nunca se pierda la verdadera esencia de nuestra Semana Mayor, y sigamos aprendiendo de ella. 

Manuel Lamprea Ramírez.

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